Un interruptor endocrino, también llamado disruptor endocrino o disruptor hormonal (en inglés son llamados endocrine disruptor o EDC, Endocrine Disrupting Chemicals), es una sustancia química, ajena al cuerpo humano o a la especie animal a la que afecta, capaz de alterar el equilibrio hormonal de los organismos de una especie,[1] es decir, de generar la interrupción de algunos procesos fisiológicos controlados por hormonas, o de generar una respuesta de mayor o menor intensidad que lo habitual.
Son muy numerosos y poseen estructuras muy variadas. Tienen origen natural o artificial, y pueden actuar a dosis muy bajas sobre una gran diversidad de organismos.[2] No obstante, normalmente, al hablar de interruptores endocrinos nos referimos a sustancias contaminantes, que pueden provocar infertilidad o incluso cambios de sexo en peces e invertebrados. En los seres humanos no tienen un efecto tan radical, pero sí afectan a la fertilidad y pueden provocar pequeñas deformaciones como genitales ambiguos o criptorquidia.
La comunidad científica alerta de que los compuestos químicos de naturaleza artificial interfieren en los sistemas metabólicos humano y animal, alterando tanto el crecimiento como la reproducción y causando enfermedades como el cáncer.[3][4]
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